22/9/17

Mi visita al Valle de los Caídos

Y he sacado un montón de fotos, pero al llegar a casa el móvil se me quedó atrapado en un bootloop por razones que aún no entiendo, he tenido que resetearlo y he perdido todo el contenido. Bueno, sin más. Las fotos que iba a poner son las típicas que podéis encontrar en internet, así que no os perdéis nada.

El Valle es un conjunto realmente impresionante. Es arquitectura monumental franquista, que realmente no aporta nada nuevo desde el punto de vista artístico, sino todo lo contrario: es una mirada nostálgica al pasado.  La entrada está a seis kilómetros de la basílica, por lo que ya el mero hecho de tener que ir conduciendo por el bosque un buen rato hasta llegar arriba da buena cuenta de lo jodidamente épico que es el complejo. Los fascistas y sus delirios de grandeza.

Ha sido uno de esas paradas que haces cuando vas de viaje cuando de pilla de paso, así que no he tenido tiempo ni ganas de verlo en profundidad. Mi intención era subir hasta la cruz y ver de cerca las estatuas de los evangelistas, pero ese día el camino estaba cerrado y no pudo ser, así que me conformé con ver la basílica. En la basílica estaba totalmente prohibido sacar fotos, lo cual no me gustó nada porque tenía pensado sacarme una selfie con la tumba de Franco a la manera de Carlos Herrera en París, pero tampoco no pudo ser, mecachis. En cualquier caso, la basílica por dentro no es menos impresionante que todo lo demás. Llegando al crucero hay unas esculturas de unos tipos con capucha, tal que así:
Que me hacían sentir, mientras caminaba hacia la cruz, como en una vieja fortaleza imperial del universo Warhammer 40k. O como en alguna localización guapa del Dark Souls, o algo del rollo fantasía épica. No soy nada religioso, pero estos templos de la hostia me remiten a esos mundos de ficción con los que llevo toda la vida disfrutando y sólo echo de menos entrar vestido con armadura y portando una gran espada.

Desde luego a mi alrededor no debía de haber mucha gente pensando en Warhammer. No estaba mal de afluencia para ser un martes por la mañana. Aparte de mí, que iba por mera curiosidad histórica, había tres tipos de visitantes.
  • Principalmente extranjeros. Los típicos jubilados que vienen en bus con su viaje organizado, vaya. Escuché a franceses y alemanes. Me pregunto si serían conscientes de lo que estaban viendo y de su significado histórico o si simplemente sería un monumento más en la lista de cosas que visitar.
  • Religiosos.  En una de las capillas que flanquean el crucero había un grupillo de monjas que parecían sudamericanas sentadas delante de un retablo que parecía del siglo XV pero en realidad no. Una de ellas estaba leyendo un libro, me echó una mirada cuando entré y rápidamente siguió a lo suyo. Me pregunté que estaría leyendo y me respondí a mí mismo que quizá sería 50 sombras de Grey. Contuve la risa y seguí la visita.
  •  Fachas, como no podía ser de otra forma. Había un chaval de más o menos mi edad que venía con su pareja. Los tenía fichados ya desde la entrada porque caminábamos e íbamos viendo las cosas al mismo ritmo, así me causó esa incómoda sensación que tienes cuando parece que estás siguiendo a alguien. Cuando llegaron a la tumba de Franco se quedaron un rato delante, y cuando la chica hizo el gesto de irse, él se agachó, llevo la mano a sus labios y luego la puso sobre la tumba del viejo. En fin, no le escuché hablar pero me figuro que sonaría como Torrente.
La tumba de Franco tenía flores. La de José Antonio también. Supongo que es así todo el año.  Están cada uno a cada lado del altar, lo cual me chocó siempre había pensado que estaban uno al lado del otro. Aunque ahora que me doy cuenta, eso hubiera quedado un poco gay, ¿verdad?

No hay comentarios: